viernes, 27 de febrero de 2015

NI NOQUEADOS NI HUMILLADOS - Gobierno Griego anuncia una Renta Básica incondicional garantizada


CNA -ALTERNEWS

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El gobierno griego anuncia en su lista de reformas una Renta Básica incondicional garantizada

El ministro de finanzas griego Yanis Varoufakis es un antiguo y decidido partidario de la Renta Básica Universal Garantizada. Eso era harto sabido. 
Pero lo que ha sorprendido a muchos es que ha aprovechado la lista de reformas que tenía que presentar, para su aprobación, a las autoridades europeas el pasado lunes para introducir un esquema de renta incondicional garantizada, limitada inicialmente a un tramo de edad de la población
Tomas Hirst escribe sobre la importancia decisiva de ese paso dado por el ministro griego, y cree que, con este paso que ha pasado casi desapercibido hasta ahora para la mayoría de analistas y comentadores, Syriza demuestra tener una ambiciosa idea de lo que significa para una izquierda no arcaica la reconfiguración de los estados sociales y democráticos de derecho con políticas de bienestar público innovadoras y a la altura de la actual crisis del capitalismo financieramente contrarreformado.
En la carta enviada por el ministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis a la Comisión Europea, el BCE, y el FMI la noche del lunes – 45 minutos antes del fin del plazo acordado al gobierno griego – hay una propuesta clave que podría transformar radicalmente el sistema de bienestar social del país.
Si tiene éxito, Grecia podría redefinir nuestra forma de entender el estado de bienestar moderno.
Las propuestas, que han sido aceptadas por el Eurogrupo y transmitidas a los gobiernos nacionales para que voten sobre la extensión del rescate a Grecia, se refieren a toda una serie de medidas previsibles, incluyendo medidas drásticas contra la evasión fiscal y la mejora de la recaudación de impuestos. Pero también hay una propuesta que se sale un poco de los parámetros habituales.
Es esta: “Establecer un vínculo más estrecho entre las cotizaciones a la seguridad social y los ingresos, racionalizar las ayudas y prestaciones, reforzar los incentivos para la declaración del trabajo asalariado, y proporcionar asistencia dirigida a los empleados de entre 50 y 65 años, a través de un esquema de renta básica garantizada, a fin de eliminar la presión social y política de la jubilación anticipada, que sobrecarga los fondos de pensiones”.
Puede parecer un pasaje bastante técnico, pero se refiere a uno de los principales debates sobre el futuro de las políticas de bienestar en todo el mundo desarrollado. 
Grecia está tratando de crear un marco en el que las personas, entre los 50 y los 65 años, puedan permanecer en el mercado de trabajo, incluso durante períodos (potencialmente largos) de desempleo.
¿La solución? Una renta básica garantizada.
He aquí cómo funciona. Una renta básica es un pago del estado que se concede a los ciudadanos individuales, sin estar condicionada a sus ingresos o a tener un trabajo. 
Para sus partidarios, es una forma de garantizar un nivel de vida básico para todos los ciudadanos de una forma no burocrática y directa.
Aunque sus partidarios han tendido a ser de izquierdas, también ha recibido el apoyo de la derecha libertaria que la considera una manera de superar el problema de los intentos de microgestión de ingeniería social de los gobiernos. 
Como Sam Bowman, director adjunto del Instituto Adam Smith, escribió el año pasado:
El sistema de bienestar ideal es una renta básica, en sustitución de los actuales programas de lucha contra la pobreza del gobierno (exenciones fiscales y la mayor parte de lo que el Departamento de Trabajo y Pensiones hace, además de las pensiones y las prestaciones por hijo) … Al igual que el sistema actual de beneficios y ayudas, proporcionaría una red de seguridad. Pero desaparecerían las “prestaciones trampa”, aquellas que hacen que las personas pierdan beneficios en la misma medida que ganan rentas de trabajo.
El concepto consiste en sustituir los enrevesados sistemas de bienestar que se han acumulado gradualmente durante décadas con un único pago mensual en las cuentas corrientes de las personas. 
En un país que sufre altas tasas de desempleo y un déficit significativo de demanda interna a causa de ello, este esquema podría (en teoría) impulsar la demanda griega. Proporcionaría a las personas la confianza de un ingreso futuro y aliviaría parcialmente la “crisis humanitaria” que actualmente sufre Grecia.
Como dice la carta, uno de los elementos clave de los planes del gobierno liderado por Syriza para hacer frente a la crisis humanitaria en el país es “estudiar una formula de Ingreso Mínimo Garantizado piloto, con miras a extenderlo a nivel nacional”.
No sería el primer país que coquetea con esta idea. 
El año pasado Chipre aprobó una nueva ley que proporciona a las familias de bajos ingresos un ingreso mínimo garantizado de € 480 al mes dada su propia crisis económica, aunque el sistema sufre problemas técnicos
En Suiza, un movimiento popular más ambicioso reclama 2,500 francos suizos (£ 1,700) mensuales del estado y ha recogido más de 100 mil firmas necesarias para convocar un referéndum sobre la propuesta.
De lo que se trata, en esencia, es de una redefinición de la concepción predominante cuando se desarrolló el Estado de bienestar moderno de que el objetivo de las ayudas y beneficios sociales era mantener a la gente en “condiciones de trabajar”. 
Puede que fuese un objetivo apropiado para su tiempo, pero las sociedades modernas han desarrollado expectativas diferentes en relación a la calidad de vida que sus ciudadanos deben disfrutar.
Ya no basta con estar en condiciones de trabajar.
En el caso de Grecia pareciese que la nueva fórmula se aplicará inicialmente a quienes se acercan a la edad de jubilación con el fin de evitar que se jubilen anticipadamente, proporcionándoles un ingreso que de otro modo extraerían del fondo estatal de pensiones.
Puede que sea un pequeño paso en relación con lo que los partidarios de una renta básica quieren conseguir, pero podría ser otro avance importante para situar la idea de una renta básica en la discusión general.
Tomas Hirst es un reconocido analista financiero, columnista habitual en la prensa económica especializada británica, particularmente en Business Insider.

NI NOQUEADOS NI HUMILLADOS


Declaración de la Junta Directiva 
de Economistas Frente a la Crisis EFC
Las negociaciones entre el nuevo Gobierno Griego de Syriza y el resto de los gobiernos europeos de la eurozona van a ser una larga y desigual pelea, de muchos, muchísimos, asaltos, entre un Goliat acreedor y un David deudor que apenas representa un 2% del PIB de la UE, con una recesión que ha significado la perdida del 25% de su riqueza, un Estado que requiere fondos europeos para pagar a sus funcionarios, con una deuda pública del 176% del PIB…
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En este primer asalto el objetivo de los sectores más reaccionarios del gobierno alemán, encabezados por su Ministro de Finanzas Schäuble, era dejar fuera de juego al nuevo Gobierno Griego haciéndole responsable del fracaso de unas negociaciones que podrían haber llegado a obligar a Grecia a salir del Euro, cuestión esta en la que coincidían con los sectores más extremos de Sryza que son, precisamente, los que han criticado el acuerdo. 
Hay que recordar que en plena vorágine negociadora cuatro de los cinco miembros del Consejo asesor de Economía del gobierno Alemán (Lars Feld, Christoph Schmidt, Isabel Schnabel y Volker Wieland) hicieron pública su posición que se puede resumir en que la salida de Grecia del euro reforzaría al euro sistema, a la vez que manifestaban que la política de austeridad y consolidación fiscal no había fracasado. Opinión muy extendida en los medios conservadores alemanes y en la población alemana bombardeada por la propaganda.
Fue el propio Mario Draghi el que tuvo que hacer ver al resto de ministros de Economía del Eurogrupo que no indicar a los inversores la posibilidad real de que se llegara a un acuerdo iba a acelerar la fuga de capitales de Grecia, que en dos semanas había alcanzado ya los 20.000 M €, lo que podría malograr la permanencia de Grecia en el euro.
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Pero más allá de seguir en pie, de no haber caído en la lona al primer asalto, -cuestión, por otra parte, nada despreciable- la pregunta que hay que hacerse es si el Gobierno Griego ha logrado algo. Veamos:
En primer lugar ha logrado recuperar el control sobre la elaboración del presupuesto griego. Algo básico para un gobierno que pueda calificarse como tal. Hasta ahora el anterior Gobierno Griego de Nueva Democracia y PASOK tan solo venía aplicando las órdenes que el Eurogrupo le dictaba en relación con las decisiones de gastos e ingresos públicos. 
Por su parte, la Troika enviaba regularmente una lista de comprobación de que todo lo que había impuesto se estaba cumpliendo. A partir de ahora será el Gobierno Griego el que proponga cómo alcanzar las obligaciones y sus compromisos presupuestarios. 
Por consiguiente, la composición de las finanzas públicas griegas, la estructura de los ingresos y el destino de los gastos, pasarán a ser responsabilidad del gobierno y no un dictado de la Troika. Es decir, Grecia recupera margen en las decisiones de cómo conformar su presupuesto público.
De acuerdo con las declaraciones públicas del nuevo Gobierno, cabrá esperar que primará el impulso de aquella inversión pública con mayor capacidad de impulsar la actividad económica y, con la reconstrucción del maltrecho Estado del Bienestar (3 millones de griegos han sido expulsados del sistema público de salud), acabar con aquellos gastos corrientes improductivos cuyo único cometido era sostener las estructuras clientelares de Nueva Democracia y del PASOK. 
Y desde el punto de vista de los ingresos, la lucha contra el fraude fiscal permitirá iniciar la recuperación de los ingresos públicos como fase previa a una profunda reforma fiscal progresiva menos sustentada en impuestos indirectos que agravan la caída de la demanda (fue el ministro de Economía del anterior Gobierno Griego, el mismo que firmó con la Troika el primer Memorándum por el cual se solicitaba el rescate financiero, el que guardó en su cajón la lista Falciani con los nombres de los griegos más ricos).
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En segundo lugar y en este sentido, dentro de los limitados márgenes que tiene el nuevo Gobierno Griego, son positivas las manifestaciones hechas por el Eurogrupo  de que “tendrá en cuenta las actuales circunstancias económicas para fijar el objetivo del superávit fiscal primario contenidas en el actúal programa”. 
El Gobierno Griego quiere situarlo por debajo del 2%. Éste superávit se situaba en un 3% y, para el próximo año 2016, en un 4,5%. 
La obtención de un mayor margen fiscal, si bien aún muy reducido, podría permitir incrementar la capacidad de Grecia para dedicar una mayor parte de su gasto público a las necesidades de los griegos y al crecimiento económico en lugar de al pago de la deuda.
Grecia necesita políticas encaminadas a lograr un crecimiento económico sólido que permita la creación de empleo y la obtención de recursos que haga posible la sostenibilidad de sus finanzas públicas. Se trata –en este caso sí- de reformas estructurales para cambiar el status quo que lastra al Estado y a la Administración griega. 
El nuevo gobierno, alejado de los intereses de las élites empresariales que han perpetuado la falta de competitividad y modernización de la estructura económica griega, tiene mayor credibilidad para afrontar la raíz de estos problemas. 
Sí, mayor credibilidad. Mayor credibilidad que el gobierno anterior, sin duda, apoyado hasta el último minuto ¡incluso durante la última campaña electoral! Por Merkel, Rajoy y el resto de las fuerzas predominantes en el Eurogrupo.
 Y en tercer lugar, Grecia también necesita medidas inmediatas de carácter humanitario: éste es el sentido de la restitución del salario mínimo a los niveles anteriores a las imposiciones de la Troika (el Gobierno Griego tiene intención de seguir adelante con la restitución progresiva del salario mínimo que, como muy bien explicó Varoufakis a sus colegas del Eurogrupo, no tiene influencia directa alguna en el incremento del gasto público); del restablecimiento del equilibrio en la relación de fuerzas de las instituciones del mercado de trabajo; de la recuperación de servicios básicos como la salud y la educación… medidas todas ellas que impulsarán, además, la creación de empleo.
 Y cómo propone Syriza, Grecia debe dotarse de un sistema más sólido y progresivo de impuestos, que se apoye menos en la imposición indirecta y que sea capaz de gravar la renta y la riqueza. El nuevo gobierno también deberá luchar, sancionar y erradicar la corrupción y crear órganos independientes que fiscalicen las cuentas públicas y aumenten la credibilidad de los compromisos en materia fiscal. 
Los acreedores griegos deben reconocer la voluntad de cambio del Gobierno de Tsipras, si no quieren terminar de perder, ellos sí,  toda la credibilidad que aún les queda, porque todo apunta a que la postura de Alemania y de sus socios ideológicos (no les llamemos cómplices, acólitos ni secuaces… aunque lo merezcan) no está guiada por conceptos económicos sino por la ideología que sustenta las políticas de austeridad fracasadas.
El Gobierno Griego no ha ganado este primer asalto, pero tampoco lo han hecho los sectores más dogmáticos de las políticas de austeridad a ultranza que reclamaban una acción ejemplarizante que pusiera al Gobierno Griego al borde del precipicio para humillarlo y noquearlo. Ni está noqueado ni ha quedado humillado. 
Algún economista dice –irónicamente- que Tsipras ha logrado poner de acuerdo a todos los miembros del Eurogrupo. Tal vez sea cierto… para el descrédito de esos miembros. 
Pero lo que no ofrece dudas es que la dignidad del Gobierno Griego y la solvencia técnica de sus negociadores sí ha logrado la admiración y el apoyo de cientos de economistas y de millones de ciudadanos europeos en todos los estados miembros, Alemania incluida.
Que Alemania, al frente del Eurogrupo, podía aplastar a los griegos… eso ya lo sabíamos ¡Menudo descubrimiento! Pero resisten. Son un ejemplo para Europa. Están librando una batalla por todos.
 Hay que recordar que, a pesar de los aspavientos mediáticos del Ministro de Finanzas alemán, ya se han producido dos reestructuraciones de la deuda griega que fueron avalados por el gobierno alemán (en 2012 se produjo una quita a los acreedores privados, principalmente bancos, del 78,5% del valor, y posteriormente se ha producido un alargamiento de plazos y reducción de intereses tras el rescate financiado por la Comisión Europea, el FMI y el BCE). 
El que después de ambas reestructuraciones la deuda pública griega haya aumentado un 70% hasta alcanzar de nuevo el 176% del PIB griego, es una clara evidencia del fracaso de las políticas de austeridad fiscal y devaluación salarial que tenían como objetivo su reducción.
El combate será largo y el Gobierno Griego, durante los próximos cuatro meses, plazo que han conseguido Tsipras y Varourifakis para poder presentar un plan a partir del cual poder afrontar con mayor solvencia el problema de la deuda pública griega y mejorar, al mismo tiempo, las condiciones de vida de sus ciudadanos, tendrá que saber generar alianzas tanto entre los gobiernos progresistas de la UE, hoy todavía inmersos en las políticas de apaciguamiento de Alemania que tan bien conocemos en España, así como entre los nuevos gobiernos que puedan salir de las urnas y que tengan como objetivo la recuperación de la Europa que, hasta esta crisis, era la propuesta para los europeos y para el mundo.


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